Se trata de una tradición iniciada, como tantas otras tradiciones
populares ahora vigentes en Latinoamérica, en España. Allí, era la
costumbre que los niños recibieran sus regalos de Navidad el día 6 de
enero, el día de la Epifanía (cuando Jesús “es dado a conocer” en la
Tierra y los Reyes Magos le regalan incienso, mirra y oro).
Los
niños envían en los días previos una carta a los Reyes Magos,
pidiéndoles un regalo y exponiéndoles la razón por la que se merecen
uno, de manera similar a la costumbre de Navidad con Papá Noel (Santa
Claus), tradición anglosajona que en los últimos tiempos se ha
introducido en los países hispanos.
Además, los niños dejan
pasto, u otro tipo de alimento, y agua para los camellos que los Reyes
Magos utilizan tradicionalmente como medio de transporte.
En la
noche del 5 de enero, los niños dejan sus zapatos en algún lugar de la
casa, y a la mañana siguiente encuentran un regalo, si fueron buenos, o
carbón si ocurrió lo contrario.
Esta tradición española ha sido
asimilada íntegramente por la mayoría de los países de Latinoamérica,
los cuales le han añadido algunas costumbres y tradiciones propias, como
el caso de las “cabalgatas de Reyes”, presentes en varios países.
La tradición, sin embargo, no ha permanecido inmutable ante los cambios de un mundo globalizado y dominado por la tecnología.
Más
allá de la pérdida de algunas de estas tradiciones (por lo menos en
muchos casos, no en todos), algunas de ellas se han adecuado a los
tiempos modernos. El ejemplo más claro son los correos electrónicos
habilitados en España para que los niños puedan remitir sus pedidos vía
e-mail a Melchor, Gaspar y Baltasar de manera más cómoda y veloz.
Sin
embargo, el núcleo de la tradición se mantiene mayormente intacto, y no
parece que vaya a desaparecer mientras los niños sigan siendo buenos,
dejando el pasto, el agua y los zapatos.
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